Hoy he madrugado a lo tonto. Me he levantado a las o7.3o porque quería visitar Vadsø; en alguna parte había leído que tiene una iglesia interesante. Pero el puerto está al otro lado del golfo, enfrente de la ciudad y no parecía que en los cuarenta y cinco minutos de parada me fuese a dar tiempo a llegar, ver la ciudad y volver, así pues tras dar una vuelta por el puerto y hacer una foto en la distancia a la ciudad me volví al camarote a preparar la mochila, desayunar y pasar el rato hasta las 1o.oo que es cuándo teníamos prevista la llegada a Kirkenes. Llegamos con algo de retraso.
Kirkenes estaba completamente nevada y soplaba un viento helado. Mis planes eran visitar la ciudad por la mañana y hacer una excursión en trineo de perros por la tarde-noche. Dejé el equipaje en casa de Johan Pedersen, dónde me alojo por un precio módico (módico para ser Noruega: 37€, que pueden parecer pelas, pero si las comparamos con los más de 1oo€ que me pedían en un hotel normal...) fui a la oficina de turismo para reservar la excursión de la tarde. Noruega nunca dejará de sorprenderme: los responsables de las compañías de huskis se habían ido de vacaciones y no había excursiones que hacer. Flipante, de verdad: en Semana Santa que es cuando se supone que la gente tiene vacaciones y van a poder viajar, los responsables de una empresa turística deciden pirarse a su cabaña del bosque y cerrar el negocio. Es como si una discoteca cerrase los sábados porque los camareros quieren salir de copas.
Hay una tercera compañía que organiza excursiones en trineo, pero en la oficina de turismo me dijeron que habían tenido problemas con ellos y ya no colaboraban, que no me la recomendaban y que, probablemente, se hubieran pirado igual que los otros. Pues nada, otra vez será.
Me fui a ver el hotel de hielo y unos renos. Cuando estaba consultando el plano para ir hasta allí, un hombre que estaba con el coche aparcado me preguntó si necesitaba ayuda, le expliqué dónde quería ir y me indicó el camino; al minuto escaso de caminar me pita un coche, el hombre de antes y su mujer paran y se ofrecen a acercarme; perfecto por que son unos dos kilómetros... Me dejan en la cuneta junto al Forstevann (el Primer lago) y desde aquí puedo ver el hotel de hielo. Cómo eran las 11.3o y hasta la 13.oo no se podía visitar ni el hotel ni los renos me voy a ver un museo que está por allí cerca. Todo esto está en mitad de la tundra, no en la ciudad, con un fuerte viento soplando y arrastrando la nieve. Pienso en London y sus libros, ya lo había hecho antes: al imaginarme cómo sería el ir en trineo era inevitable acordarse de Buck o de Colmillo Blanco.
El Grendselandmuseet está dedicado, principalmente, a los acontecimientos de la I Guerra Mundial en esta región, aunque tienen también muestras de arte, cómo la de una mujer sami (una maruja hortera que pinta flores), también alguna cosilla sobre la cultura y la naturaleza de la zona. No muy interesante, la verdad, prescindible. Lo mejor una sala con algunos grabados de Kaare Espolin Johnson. Yo ya conocía a este artista porque en el MS Trollfjord tenían un salón con su nombre y decorada con su obra.
En alguna parte, cerca de este museo (o incluso dentro... pero yo no lo vi) debería estar el museo Savio, un artista sami, del que vendían posters y postales en el Grendselandsmuseet (los dos juntos deben formar el Museo de Sør-Varanger) y que tiene alguna cosa que no esta mal (os buscaré algo en internet para que lo veáis.)
Cuando salí del museo eran las 12.3o y estaba a kilometro y medio del hotel de hielo y el Gabba Reindeer Safari Park (un nombre demasiado pomposo para lo que luego es un cercado con cuatro o cinco renos.) Llamé el timbre y no salía nadie, rodee las vallas y pude ver y fotografiar a los renos, volví, llamé de nuevo y seguía sin obtener respuesta, así que cómo la puerta estaba abierta entré sin más y enseguida salió a recibirme el guía que me hizo un pase exclusivo y personalizado del hotel. Me contó que lo habían construido hinchando grandes globos y cubriéndolos de nieve para formar las cúpulas de las diez habitaciones y del bar de que consta el hotel. Una vez formada la estructura artistas noruegos, rusos y finlandeses se habían encargado de decorar las paredes. Los primeros clientes del hotel se hospedaron el 15 de diciembre.
Los renos los tenían como os he dicho en un cercado y estaban tan habituados a la gente que comían musgo de tus manos y se dejaban acariciar sin inmutarse. Después de verles no sé si seré capaz de probar la carne de reno...
Por la mañana me había olvidado los guantes en la habitación y empezaba a notar los efectos del frío en los dedos así que cuando el guía me invitó a pasar al restaurante (una choza circular de madera con una hoguera en el centro) no me lo pensé, igual que cuando me ofreció un chocolate calentito, me lo ofreció aunque luego le pagué 2o NOK. por él. Cuando recuperé la sensibilidad de los dedos y la conversación no daba para más me volví a la ciudad.
Pasé de nuevo por la oficina de turismo, para preguntar si podía consultar internet en algún sitio: “En la biblioteca sí, pero hoy está cerrada” Cómo todo. Me quedo hablando un rato con J. el chico de la oficina que es peruano. Quedamos para tomar un café cuando salga de currar. Mientras tanto yo me voy al super y me compro una ensalada para comer: tenían todos los ingredientes listos, tú los hechas al tupper le añades la salsa que quieras en la caja lo pesan y te cobran. Y te cobran bien cobrado. Yo sigo pensando que me han estafado, que no podía pesar ni costar tanto, pero me tendré que fiar. El caso es que decidí hacer eso para ahorrar pelas y comer algo baratito y me salió el tiro por la culata.
Después de comer he ido a buscar a J. (sigo con las iniciales kafkianas) y hemos ido a un par de sitios a tomar algo y a charlar. Ya que me había quedado sin la excursión del trineo en algo tendría que pasar la tarde. Volvemos a quedar por la noche para tomarnos un par de cervecitas mientras vemos el partido de la Champions. Sí ya sé que no me gusta el fútbol pero que se le va a hacer, mejor eso que estar encerrado en la habitación, ¿no?
Me ha contado cosillas de Pedersen, que tiene 92 años y que dice que se mantiene joven porque hace ejercicio, ni fuma ni bebe y porque su mujer es 2o años más joven que él. Yo creo que en la casa hablé con su nuera, eso entendí en su noruego, porque nadie de la casa hablaba otra cosa que no fuera noruego, pero a él le vi llegar con el coche cuando yo salía de la casa: me acerqué, me presenté y le saludé.
Fisgando en la habitación he descubierto un cajón lleno de periódicos viejos y dos libros: uno en ruso, con la cabeza de un monstruo en la cubierta y una ilustración de un diablo por los tejados de una ciudad en el interior del libro (he copiado los caracteres cirílicos del título y del autor para intentar averiguar de qué se trata) y el otro, como una burla del destino riéndose de mi desgracia por no montar en trineo, es de Jack London: The Klondikers, en noruego, la verdad es que no conozco este libro. Qué raro, en las habitaciones de hotel suelen tener la Biblia o el Nuevo Testamento.
Después de ver el partido tengo algunas dudas sobre las líneas del campo. ¿Para qué sirve el área pequeña? ¿Y el semicírculo que hay pegado a la grande? ¿Y el circulo del centro del campo?
No es que me quiten el sueño, pero si me lo contáis, eso que aprendo.
Kirkenes estaba completamente nevada y soplaba un viento helado. Mis planes eran visitar la ciudad por la mañana y hacer una excursión en trineo de perros por la tarde-noche. Dejé el equipaje en casa de Johan Pedersen, dónde me alojo por un precio módico (módico para ser Noruega: 37€, que pueden parecer pelas, pero si las comparamos con los más de 1oo€ que me pedían en un hotel normal...) fui a la oficina de turismo para reservar la excursión de la tarde. Noruega nunca dejará de sorprenderme: los responsables de las compañías de huskis se habían ido de vacaciones y no había excursiones que hacer. Flipante, de verdad: en Semana Santa que es cuando se supone que la gente tiene vacaciones y van a poder viajar, los responsables de una empresa turística deciden pirarse a su cabaña del bosque y cerrar el negocio. Es como si una discoteca cerrase los sábados porque los camareros quieren salir de copas.
Hay una tercera compañía que organiza excursiones en trineo, pero en la oficina de turismo me dijeron que habían tenido problemas con ellos y ya no colaboraban, que no me la recomendaban y que, probablemente, se hubieran pirado igual que los otros. Pues nada, otra vez será.
Me fui a ver el hotel de hielo y unos renos. Cuando estaba consultando el plano para ir hasta allí, un hombre que estaba con el coche aparcado me preguntó si necesitaba ayuda, le expliqué dónde quería ir y me indicó el camino; al minuto escaso de caminar me pita un coche, el hombre de antes y su mujer paran y se ofrecen a acercarme; perfecto por que son unos dos kilómetros... Me dejan en la cuneta junto al Forstevann (el Primer lago) y desde aquí puedo ver el hotel de hielo. Cómo eran las 11.3o y hasta la 13.oo no se podía visitar ni el hotel ni los renos me voy a ver un museo que está por allí cerca. Todo esto está en mitad de la tundra, no en la ciudad, con un fuerte viento soplando y arrastrando la nieve. Pienso en London y sus libros, ya lo había hecho antes: al imaginarme cómo sería el ir en trineo era inevitable acordarse de Buck o de Colmillo Blanco.
El Grendselandmuseet está dedicado, principalmente, a los acontecimientos de la I Guerra Mundial en esta región, aunque tienen también muestras de arte, cómo la de una mujer sami (una maruja hortera que pinta flores), también alguna cosilla sobre la cultura y la naturaleza de la zona. No muy interesante, la verdad, prescindible. Lo mejor una sala con algunos grabados de Kaare Espolin Johnson. Yo ya conocía a este artista porque en el MS Trollfjord tenían un salón con su nombre y decorada con su obra.
En alguna parte, cerca de este museo (o incluso dentro... pero yo no lo vi) debería estar el museo Savio, un artista sami, del que vendían posters y postales en el Grendselandsmuseet (los dos juntos deben formar el Museo de Sør-Varanger) y que tiene alguna cosa que no esta mal (os buscaré algo en internet para que lo veáis.)
Cuando salí del museo eran las 12.3o y estaba a kilometro y medio del hotel de hielo y el Gabba Reindeer Safari Park (un nombre demasiado pomposo para lo que luego es un cercado con cuatro o cinco renos.) Llamé el timbre y no salía nadie, rodee las vallas y pude ver y fotografiar a los renos, volví, llamé de nuevo y seguía sin obtener respuesta, así que cómo la puerta estaba abierta entré sin más y enseguida salió a recibirme el guía que me hizo un pase exclusivo y personalizado del hotel. Me contó que lo habían construido hinchando grandes globos y cubriéndolos de nieve para formar las cúpulas de las diez habitaciones y del bar de que consta el hotel. Una vez formada la estructura artistas noruegos, rusos y finlandeses se habían encargado de decorar las paredes. Los primeros clientes del hotel se hospedaron el 15 de diciembre.
Los renos los tenían como os he dicho en un cercado y estaban tan habituados a la gente que comían musgo de tus manos y se dejaban acariciar sin inmutarse. Después de verles no sé si seré capaz de probar la carne de reno...
Por la mañana me había olvidado los guantes en la habitación y empezaba a notar los efectos del frío en los dedos así que cuando el guía me invitó a pasar al restaurante (una choza circular de madera con una hoguera en el centro) no me lo pensé, igual que cuando me ofreció un chocolate calentito, me lo ofreció aunque luego le pagué 2o NOK. por él. Cuando recuperé la sensibilidad de los dedos y la conversación no daba para más me volví a la ciudad.
Pasé de nuevo por la oficina de turismo, para preguntar si podía consultar internet en algún sitio: “En la biblioteca sí, pero hoy está cerrada” Cómo todo. Me quedo hablando un rato con J. el chico de la oficina que es peruano. Quedamos para tomar un café cuando salga de currar. Mientras tanto yo me voy al super y me compro una ensalada para comer: tenían todos los ingredientes listos, tú los hechas al tupper le añades la salsa que quieras en la caja lo pesan y te cobran. Y te cobran bien cobrado. Yo sigo pensando que me han estafado, que no podía pesar ni costar tanto, pero me tendré que fiar. El caso es que decidí hacer eso para ahorrar pelas y comer algo baratito y me salió el tiro por la culata.
Después de comer he ido a buscar a J. (sigo con las iniciales kafkianas) y hemos ido a un par de sitios a tomar algo y a charlar. Ya que me había quedado sin la excursión del trineo en algo tendría que pasar la tarde. Volvemos a quedar por la noche para tomarnos un par de cervecitas mientras vemos el partido de la Champions. Sí ya sé que no me gusta el fútbol pero que se le va a hacer, mejor eso que estar encerrado en la habitación, ¿no?
Me ha contado cosillas de Pedersen, que tiene 92 años y que dice que se mantiene joven porque hace ejercicio, ni fuma ni bebe y porque su mujer es 2o años más joven que él. Yo creo que en la casa hablé con su nuera, eso entendí en su noruego, porque nadie de la casa hablaba otra cosa que no fuera noruego, pero a él le vi llegar con el coche cuando yo salía de la casa: me acerqué, me presenté y le saludé.
Fisgando en la habitación he descubierto un cajón lleno de periódicos viejos y dos libros: uno en ruso, con la cabeza de un monstruo en la cubierta y una ilustración de un diablo por los tejados de una ciudad en el interior del libro (he copiado los caracteres cirílicos del título y del autor para intentar averiguar de qué se trata) y el otro, como una burla del destino riéndose de mi desgracia por no montar en trineo, es de Jack London: The Klondikers, en noruego, la verdad es que no conozco este libro. Qué raro, en las habitaciones de hotel suelen tener la Biblia o el Nuevo Testamento.
Después de ver el partido tengo algunas dudas sobre las líneas del campo. ¿Para qué sirve el área pequeña? ¿Y el semicírculo que hay pegado a la grande? ¿Y el circulo del centro del campo?
No es que me quiten el sueño, pero si me lo contáis, eso que aprendo.
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