25.4.07

Os tengo abandonados...
Pero es que tampoco hay demasiado que contar: llevo una temporada indolente perdido. No hago más que ver pelis y leer, a penas salgo de casa: lo justo para ir a dar clases cuando tengo que dar clases y a hacer la compra cuando se me acaba la comida en casa...
Flojo que es uno.
Pese a todo ayer por la tarde empecé un curso de español. Tengo unos diez alumnos (adultos, menos dos chicas de unos 15 años) y da gusto trabajar con ellos, no como con los crios del instituto: hoy creo que me han cabreado más que nunca... Sólo me queda un mes, sólo uno y me libro de ellos. Aunque si siguen así o no llegan ellos o no llego yo.

Por otro lado en Nesna, una ciudad que está a una hora de aquí, hay dos españolas haciendo las prácticas de Magisterio. Hace un par de semanas nos juntamos aquí y este fin de semana veré a una de ellas. Así que guay. Aún no sé si viene ella, voy yo o nos vamos los dos a otro lado; pero algo haremos.

A ver si salgo de este letargo, me muevo un poco, hago alguna excursión por aquí o algo que os pueda contar...

Si teneis preguntas, ideas o algo que me ayude a escribir entradas... bienvenidas sean.

20.4.07

Es 2o de abril...

...y está nevando.

13.4.07

Dr. Steel

En un siniestro laboratorio ubicado en su Toyland el Dr. Steel construye sus juguetes. Parecen inocentes creaciones destinadas al entretenimiento de los más pequeños. Lo parecen; la verdadera finalidad de estos es, como no podía ser de otra manera cuando de un científico loco, estamos hablando, conquistar el mundo. Pero la locura y la genialidad están tan próximas que es difícil, en ocasiones, discernir ante cual de las dos estamos. Yo lo tengo claro: el doctor Steel es un genio y yo soy uno de sus soldados de juguete dispuestos a hacer lo que sea por la causa, por el próximo Emperador del mundo.


La genialidad de nuestro líder es tal que entre diseñar juguetes, construir robots y elaborar planes de conquista saca tiempo para componer música. Relajad vuestra mente, dejad que la música haga su trabajo y lave vuestros cerebros. ¡Oh, Emperador! Te soy fiel, difundo tu palabra. Uníos a nuestro glorioso movimiento, una vez que hayas oído alguna de sus canciones será difícil que podáis resistiros.


Alguien lo ha definido y a nuestro líder le complació como "opera hip-hop industrial."

Para aquellos que decidan abrazar la causa os dejo un par de enlaces:
http://worlddominationtoys.com/drsteel/enter.html (Su página oficial, no sólo podréis escuchar muchas canciones suyas en la sección "audio experimentation" sino que podréis disfrutar trasteando en una web con un excelente diseño.)
http://www.albinoblacksheep.com/flash/fibonacci (Una animación en flash de una de las mejores canciones.)
http://www.myspace.com/drsteel (Su página en myspace con una versión de uno de los temas de Moulin Rouge e información sobre el Líder.)



Si después de todo esto no os he conseguido atraer a la causa ya sólo me queda una baza para lavar muestras mentes:


Si esto no lo consigue, el terror cuando obtengamos el poder os hará ceder. "Lider bueno, lider genial, te entregamos nuestra voluntad."

8.4.07

Norge



Esta entrada va a ser “distinta” porque pretendo, al menos lo pretendo, ya veremos si lo consigo, ir escribiéndola sobre la marcha, mientras estoy camino al norte, que eso significa Norge, en Inglés Nor - way es bastante obvio.

(Bueno, al final he conseguido escribirla al día. Para que no os agobiéis al ver todo de golpe os lo divido en distintas entradas según el día.)

Día 1

Son las 1o.33 del 1 de abril (¡Felicidades Gemi!) y estamos camino de Bodø. Embarqué en el MS Trollfjord a las o4.oo y justo cuando acabé de colocar la ropa en el armario del camarote y probar la tele (uno de los canales es una cámara colocada en la proa del barco, supongo que en el puente de mando) zarpamos. Teniendo en cuenta las horas que eran, y que la noche anterior apenas había dormido me quedé sopa con relativa facilidad. Los sueños fueron raros, inquietos, no los recuerdo pero sé que tenían que ver con el barco (creo que también con la tarjeta de crédito, que no me funcionó a la hora de pagar...). Di muchas vueltas y me desperté un par de veces con la ropa de cama por los suelos. Pese a todo me he levantado descansado. Lo he hecho al tiempo que arribábamos a Ørnes hacia las o9.15. No he bajado a tierra porque la parada era sólo de unos minutos. Por lo que he podido ver desde los ventanales del barco, mientras lo exploraba, era una ciudad pequeña (ciudad en el más noruego de los sentidos) probablemente dedicada a la pesca.

Es una pena que el tiempo esté como está: neblinoso, con lluvia... Noruega es así.
A mediodía hemos llegado a Bodø, algo más ciudad pero bastante fea. Tras pasear por el centro, ver la catedral, el monumento a la morsa (le tendría que haber hecho una foto...), un centro comercial y lo vacía y muerta que está una ciudad noruega un domingo a la 13.oo iba echando pestes sobre lo fea que era y la carencia total de ningún encanto cuando me encontré con Rensåsen: una colina en medio de la ciudad desde la que había unas vistas estupendas a las montañas más próximas, vistas a las que mi foto, cómo veis, no hace justicia.
(Catedral de Bodø)

Cerca de Bodø (a unos 3o km.) está el Saltstraumen en un estrecho paso que conecta los fiordos de Salten y Skjerstad. Con los movimientos de la marea grandes cantidades de agua (dicen que 4oo millones de metros cúbicos) se ven obligados a pasar por un canal de tres kilómetros y de sólo unos 15o metros de anchura: las fuertes corrientes que se forman originan remolinos, maelstroms, de hecho el ¿celebre? cuento de Poe Un descenso por el Maelstrom parece estar localizado en esta zona. Desde que vine quiero verlo, planeé una excursión de un fin de semana para verlo que al final no salió. Ahora tampoco he podido por falta de tiempo y por que no sabía si en el rato del que disponía se formarían el maelstrom o no (se puede consultar en la página de turismo de Bodø los horarios, cómo los de las mareas en cualquier ciudad costera.) Espero poder verlo antes de volver a España.
Hablando del maelstrom me he acordado de Scila y Caribdis y pensando en ellos he revivido las sensaciones que he tenido hace una media hora cuando estaba en cubierta. Es de noche, oscuras nubes cubren el cielo y una luna casi llena se escapa por entre sus rendijas iluminando los islotes, los farallones y las montañas de las islas Lofoten, entre las que estamos navegando. El mar es una mancha negra, densa, con ese movimiento que le hace parecer un ser vivo, que parece dotarle de respiración. Enfrentado al silencio (porque hay sonidos que también son el silencio, el mar es uno de ellos) y a la oscuridad no es raro pensar en criaturas tentaculares que reposan en ciudades dormidas en el vientre de esa oscuridad acuática. Hace unas semanas recuperé mi interés por Lovecraft. Gracias a Carpenter y su The Thing que me dejó con ganas de más terror a bajo cero lo que me llevó a Más allá de las montañas de la locura, la novelita lovecraftiana que forma un triángulo con el Gordon Pym de Poe y La esfinge de los hielos de Verne. La lectura de ésta me llevo a querer releer los cuentos y completar con aquellos que aún no había leído del creador de Cthulhu y compañía. Todo esto, miren ustedes por dónde, al tiempo que se cumple el setenta aniversario de la muerte del genio de Providence (festejado por todo lo alto por Claudine, de modo que todos los interesados en este autor tienen una cita obligada con ese blog.) ¿Casualidad?
Todo este rollo sólo para decir que navegar entre peñascos en la oscuridad me ha hecho pensar en las historias de terror de Lovecraft relacionadas con el mar. Me las he traído cómo lectura, al igual que a Hodgson, cultivador (y según algunos cima) del terror marítimo. Por que estas cosas hay que leerlas aquí, en mitad del mar y no en la estepa castellana.


Las Lofoten y las Vesterålen las estoy viendo prácticamente de noche y cómo os contaba en los párrafos anteriores, tiene su siniestro encanto eso de sólo apreciar oscuras masas que se destacan en la oscuridad generalizada. Pero a la vuelta las recorreremos de día y, aunque distinto, tendrá también su encanto poderlo ver a la luz del día.
Acabamos de pasar por el Raftsundet, entre las islas de Hinnøya y Autsvågøya (que pertenece, ya, a las Vesterålen) Es un estrecho de unos, se me da muy mal calcular distancias, 1oo-2oo metros de anchura y entre nube y nube se veía la fantasmal luz verdosa de la aurora serpenteando. Creo que es difícil de superar.

Día 2

La noche transcurrió sin que ninguna bestia abisal arrastrase nuestro barco a las profundidades, ni siquiera en sueños y eso que yo estaba más que predispuesto y deseoso de tener felices pesadillas. ¿Dónde se mete Kraken cuando lo necesitas?
El despertador ha sonado a las o7.45, quince minutos antes de que zarpáramos de Harstad, el último puerto de las Vesterålen. Me he levantado tan pronto porque al salir de este puerto se puede ver la iglesia de piedra medieval, de 125o, más septentrional de Noruega: Trondenes. Verse se ve, creo, pero vamos que si me hubiera quedado en la cama no me habría perdido demasiado: yo me imaginaba una iglesia con su campanario, en una roca azotada por las olas... En fin, era un edificio normal, no llamaba la atención, supongo que estará restaurada y más que restaurada por que no daba aspecto de antigua. No le hice foto, pero ya que estoy hablando de ella os buscaré alguna en internet para que lo veáis por vosotros mismos.
La segunda parada del día ha sido Finnsnes, parada cortita de tan sólo media hora. Tiempo suficiente para ir al centro, buscar un cajero y comprobar, aliviado, que me deja sacar pelas. Llevaba tres días con la tarjeta dándome problemas, sin poder pagar ni sacar, y tan sólo llevaba encima 312 coronas y tengo que pagar la noche que paso en Kirkenes lo que me dejaba doce coronas (1’5o €) para la comida de siete días y sin la posibilidad de hacer una excursión en trineo que tengo pensada. Llevaba más dinero, pero al no poder pagar el viaje con la tarjeta tuve que hacerlo en efectivo quedándome pelado. Afortunadamente pude sacar dinero: ni me voy a morir de hambre ni me voy a perder el viajecito por la tundra en trineo.
Tras comer algo rápido a bordo he desembarcado en Tromsø a eso de las 14.3o y tras comprar pilas para la cámara de fotos me he ido a Polaria: es cutre, soso, pobre... pero tiene cuatro focas que son una gozada; sólo me acuerdo del nombre de dos Aurora y Bella. Verlas nadar y jugar, cómo obedecían las ordenes de sus cuidadores... era muy divertido y los animales son preciosos. Pero verlas ahí encerradas en un tanque de cristal con hielo de fibra de vidrio daba pena. Al ver su piel brillante recordé que ayer, en la tienda del barco mientras sostenía un monedero leí que era piel de foca, la dejé en su sitio horrorizado.
Pero llevo un tiempo pensando de nuevo en el tema de la carne cómo alimento. Os ahorro todas las divagaciones y las comeduras de tarro... Os las ahorro, entre otras cosas, por que aún no he llegado a una conclusión que me convenza. Pero, amenazo, podría dedicarle una entrada próximamente, a ver si entre todos pensamos mejor.
Tromsø es conocida cómo “el París del norte” supuestamente por la vidilla cultural y nocturna que debe tener. Es ciudad universitaria y esas cosas siempre se notan.


A parte de Polaria (en la que, por cierto no vi la otra atracción fuerte además de las focas: una sala de cine con una pantalla enorme v semicircular en la que proyectan un documental sobre las Svalvard) no vi mucho más, pasear por la ciudad, cruzar el puente de un kilometro, la catedral ártica (por fuera, por dentro hay que pagar... Iba a hacerlo, pero mirando a través de los ventanales pude ver el interior y, sinceramente, no merecía la pena pagar nada para echarle un segundo vistazo.) Me quedé con ganas de ver una cervecería, es decir una fábrica de cerveza, pero creo que costaba unos 16€ y, aún cuando incluían, una pinta en el precio, no está la cartera para demasiados trotes; haré el Homer en otra ocasión.


Lo mejor del día, sin duda, ha sido a bordo. He descubierto el paraíso y no es una nube con angelitos tocando el arpa, es un jacuzzi de agua caliente en la cubierta del noveno piso del barco. ¡Qué gozada! Salir del barco en bañador, pisando la nieve, y meterte en un baño caliente, mmmmmmmmmmm... Lo he hecho a las 21.oo, de noche, nevando, es una sensación realmente estupenda; lo malo eran las orejas, que quedaban fuera del agua y hacía frío. Incluso salir del calor del agua al frío del aire, de un fuerte viento que te envuelve en nieve, es, sorprendentemente, agradable. Tras unos 4o minutos en el agua me he ido a la sauna, a purificarme a base de sudar y tras la sauna una duchita de agua fría. Suave, me he quedado muy suave, con una sensación de ligereza y de bienestar increíble y con la piel que da gusto.
Mañana repito. Mañana repito dos veces, por lo menos. Sería genial que estuviera el cielo despejado, estar ahí metido mientras ves la Aurora Boreal debe ser una pasada. Quería subir un rato después de cenar y de la breve parada en Skjervøy pero entre que hace una tormenta horrible y que sólo podría haber estado quince minutos (lo cierran a las oo.oo) decidí quedarme en el camarote para contaros todo esto y para verme una peliculilla de Dario Argento. Contado todo lo que tenía que contar, paso, con vuestro permiso, a ver la peli.

Día 3

Por lo visto hemos tenido mal tiempo esta noche, yo no me he enterado: estaría durmiendo como un ceporro. Dormido hasta que sonó el despertador con el tiempo justo para vestirme y desembarcar en Havøysund un pueblito pequeño, vista la veintena de palés de bacalao que había en el puerto esperando a que las lleven a Ålesund (por lo que ponía en los carteles) seguramente sea un pueblo pesquero.
No me he podido resistir, he repetido en la “artic pool”, en el jacuzzi de cubierta. Y la experiencia a la luz del sol no desmerece a la experiencia nocturna, por que puedes ir contemplando el paisaje, viendo la costa totalmente nevada mientras tu tomas un agradable y calentito baño de burbujas, verte rodeado de acantilados y montañas.
La siguiente parada ha sido Honningsvåg, el punto de partida para las excursiones al cabo norte. Si os soy sincero cuando llegué a Noruega me propuse verlo, pero ahora que he tenido la oportunidad he pasado, no sólo por los más de 8o € que me costaba ir, ni porque en las guías turísticas que he consultado digan que no merece la pena; no he ido por que el cabo norte no es el que está más al norte de Europa, lo primero, está en una isla, no en el continente e islas hay muchas que están más al norte que el cabo, las Svalvard sin salir de Noruega, por ejemplo, además en la misma isla, Knivskjellodden está más al norte y el punto más septentrional del continente, Nordkyn, lo pasaremos en una hora aproximadamente. Cómo tenía tres horas por delante, en lo que los que habían pagado por ir al cabo iban, lo veían y volvían, y Honningsvåg no es lo que se dice especialmente grande me ha dado tiempo a pasear y recorrer toda la población, a comprar algo de comida y me ha sobrado tiempo para volver al barco y comer antes de zarpar. Lo mejor ha sido el paseito por la playa rocosa y dar varios resbalones, tanto en el hielo como en las piedras húmedas, y no haberme caído.



Mientras zarpábamos llamaron a mi puerta las camareras para limpiar la habitación; he ido a dar una vuelta por el barco mientras las dejaba la habitación despejada. Un hombre, con el que ya me había cruzado un par de veces y que me vio en alguna sala con el portátil me saludo y me pregunto si no llevaba hoy el ordenador... A partir de ahí hemos empezado a hablar un poco de todo, de Gibraltar (él es británico) y las Malvinas, de turismo, de todo un poco... Hemos hablado en inglés y en español, creo que habla más o menos francés, alemán y español.
Poco antes de llegar a Kjolefjord hemos navegado junto al que dicen que es el perfil montañoso más bonito de Noruega: Finnkjerka ¿Más bonito que mis Syv søstre? ¡Anda ya! Era bonito la verdad, no tenía la cámara a mano así que os fastidiáis. A parte de la montaña lo que tenía, y le daba la singularidad que le podía hacer merecedora de tal título, eran unos farallones bastante escarpados.
Una media hora después de doblar el Nordkyn (71º 08’ N) hemos llegado a otro pueblito Mehamn, todos los puertos a los que arribamos hoy, menos Honnigsvåg, son paradas de quince minutos, media hora lo justo para cargar y descargar mercancías y pasajeros y zarpar de nuevo. Tampoco parecen tener un atractivo especial, ni las anteriores ni Berlevåg, la última parada del día.
Por la noche, hacia las 22.oo, volví a cubierta a despedirme del jacuzzi. ¡Y qué despedida! Justo lo que quería: viendo la aurora boreal metido en ese liquido amniótico que ha sido para mí el agua: que a gusto se queda uno, de verdad, entre la calidez del agua y el brusco contraste de estar casi desnudo a varios grados bajo cero que te reactiva de golpe, es cómo nacer, te deja nuevo.

Día 4

¡Felicidades Roci!
Hoy he madrugado a lo tonto. Me he levantado a las o7.3o porque quería visitar Vadsø; en alguna parte había leído que tiene una iglesia interesante. Pero el puerto está al otro lado del golfo, enfrente de la ciudad y no parecía que en los cuarenta y cinco minutos de parada me fuese a dar tiempo a llegar, ver la ciudad y volver, así pues tras dar una vuelta por el puerto y hacer una foto en la distancia a la ciudad me volví al camarote a preparar la mochila, desayunar y pasar el rato hasta las 1o.oo que es cuándo teníamos prevista la llegada a Kirkenes. Llegamos con algo de retraso.
Kirkenes estaba completamente nevada y soplaba un viento helado. Mis planes eran visitar la ciudad por la mañana y hacer una excursión en trineo de perros por la tarde-noche. Dejé el equipaje en casa de Johan Pedersen, dónde me alojo por un precio módico (módico para ser Noruega: 37€, que pueden parecer pelas, pero si las comparamos con los más de 1oo€ que me pedían en un hotel normal...) fui a la oficina de turismo para reservar la excursión de la tarde. Noruega nunca dejará de sorprenderme: los responsables de las compañías de huskis se habían ido de vacaciones y no había excursiones que hacer. Flipante, de verdad: en Semana Santa que es cuando se supone que la gente tiene vacaciones y van a poder viajar, los responsables de una empresa turística deciden pirarse a su cabaña del bosque y cerrar el negocio. Es como si una discoteca cerrase los sábados porque los camareros quieren salir de copas.
Hay una tercera compañía que organiza excursiones en trineo, pero en la oficina de turismo me dijeron que habían tenido problemas con ellos y ya no colaboraban, que no me la recomendaban y que, probablemente, se hubieran pirado igual que los otros. Pues nada, otra vez será.
Me fui a ver el hotel de hielo y unos renos. Cuando estaba consultando el plano para ir hasta allí, un hombre que estaba con el coche aparcado me preguntó si necesitaba ayuda, le expliqué dónde quería ir y me indicó el camino; al minuto escaso de caminar me pita un coche, el hombre de antes y su mujer paran y se ofrecen a acercarme; perfecto por que son unos dos kilómetros... Me dejan en la cuneta junto al Forstevann (el Primer lago) y desde aquí puedo ver el hotel de hielo. Cómo eran las 11.3o y hasta la 13.oo no se podía visitar ni el hotel ni los renos me voy a ver un museo que está por allí cerca. Todo esto está en mitad de la tundra, no en la ciudad, con un fuerte viento soplando y arrastrando la nieve. Pienso en London y sus libros, ya lo había hecho antes: al imaginarme cómo sería el ir en trineo era inevitable acordarse de Buck o de Colmillo Blanco.
El Grendselandmuseet está dedicado, principalmente, a los acontecimientos de la I Guerra Mundial en esta región, aunque tienen también muestras de arte, cómo la de una mujer sami (una maruja hortera que pinta flores), también alguna cosilla sobre la cultura y la naturaleza de la zona. No muy interesante, la verdad, prescindible. Lo mejor una sala con algunos grabados de Kaare Espolin Johnson. Yo ya conocía a este artista porque en el MS Trollfjord tenían un salón con su nombre y decorada con su obra.


En alguna parte, cerca de este museo (o incluso dentro... pero yo no lo vi) debería estar el museo Savio, un artista sami, del que vendían posters y postales en el Grendselandsmuseet (los dos juntos deben formar el Museo de Sør-Varanger) y que tiene alguna cosa que no esta mal (os buscaré algo en internet para que lo veáis.)
Cuando salí del museo eran las 12.3o y estaba a kilometro y medio del hotel de hielo y el Gabba Reindeer Safari Park (un nombre demasiado pomposo para lo que luego es un cercado con cuatro o cinco renos.) Llamé el timbre y no salía nadie, rodee las vallas y pude ver y fotografiar a los renos, volví, llamé de nuevo y seguía sin obtener respuesta, así que cómo la puerta estaba abierta entré sin más y enseguida salió a recibirme el guía que me hizo un pase exclusivo y personalizado del hotel. Me contó que lo habían construido hinchando grandes globos y cubriéndolos de nieve para formar las cúpulas de las diez habitaciones y del bar de que consta el hotel. Una vez formada la estructura artistas noruegos, rusos y finlandeses se habían encargado de decorar las paredes. Los primeros clientes del hotel se hospedaron el 15 de diciembre.


Los renos los tenían como os he dicho en un cercado y estaban tan habituados a la gente que comían musgo de tus manos y se dejaban acariciar sin inmutarse. Después de verles no sé si seré capaz de probar la carne de reno...


Por la mañana me había olvidado los guantes en la habitación y empezaba a notar los efectos del frío en los dedos así que cuando el guía me invitó a pasar al restaurante (una choza circular de madera con una hoguera en el centro) no me lo pensé, igual que cuando me ofreció un chocolate calentito, me lo ofreció aunque luego le pagué 2o NOK. por él. Cuando recuperé la sensibilidad de los dedos y la conversación no daba para más me volví a la ciudad.
Pasé de nuevo por la oficina de turismo, para preguntar si podía consultar internet en algún sitio: “En la biblioteca sí, pero hoy está cerrada” Cómo todo. Me quedo hablando un rato con J. el chico de la oficina que es peruano. Quedamos para tomar un café cuando salga de currar. Mientras tanto yo me voy al super y me compro una ensalada para comer: tenían todos los ingredientes listos, tú los hechas al tupper le añades la salsa que quieras en la caja lo pesan y te cobran. Y te cobran bien cobrado. Yo sigo pensando que me han estafado, que no podía pesar ni costar tanto, pero me tendré que fiar. El caso es que decidí hacer eso para ahorrar pelas y comer algo baratito y me salió el tiro por la culata.
Después de comer he ido a buscar a J. (sigo con las iniciales kafkianas) y hemos ido a un par de sitios a tomar algo y a charlar. Ya que me había quedado sin la excursión del trineo en algo tendría que pasar la tarde. Volvemos a quedar por la noche para tomarnos un par de cervecitas mientras vemos el partido de la Champions. Sí ya sé que no me gusta el fútbol pero que se le va a hacer, mejor eso que estar encerrado en la habitación, ¿no?
Me ha contado cosillas de Pedersen, que tiene 92 años y que dice que se mantiene joven porque hace ejercicio, ni fuma ni bebe y porque su mujer es 2o años más joven que él. Yo creo que en la casa hablé con su nuera, eso entendí en su noruego, porque nadie de la casa hablaba otra cosa que no fuera noruego, pero a él le vi llegar con el coche cuando yo salía de la casa: me acerqué, me presenté y le saludé.
Fisgando en la habitación he descubierto un cajón lleno de periódicos viejos y dos libros: uno en ruso, con la cabeza de un monstruo en la cubierta y una ilustración de un diablo por los tejados de una ciudad en el interior del libro (he copiado los caracteres cirílicos del título y del autor para intentar averiguar de qué se trata) y el otro, como una burla del destino riéndose de mi desgracia por no montar en trineo, es de Jack London: The Klondikers, en noruego, la verdad es que no conozco este libro. Qué raro, en las habitaciones de hotel suelen tener la Biblia o el Nuevo Testamento.
Después de ver el partido tengo algunas dudas sobre las líneas del campo. ¿Para qué sirve el área pequeña? ¿Y el semicírculo que hay pegado a la grande? ¿Y el circulo del centro del campo?
No es que me quiten el sueño, pero si me lo contáis, eso que aprendo.

Día 5

Me despierta la luz del día, miro el reloj y son las ¡5.3o! ¿Y es de día? Miro la hora en dos relojes para asegurarme que el móvil no se había vuelto tonto y, efectivamente, son las 5.3o. Ahora que lo escribo me doy cuenta de que es normal: Kirkenes está tan al este como la península de Anatolia, o como El Cairo, es normal que el sol aparezca a estas horas, además supongo que ira siendo preludio del sol de medianoche, cada vez amanecerá más temprano y anochecerá más tarde. Me doy la vuelta en la cama y vuelvo a dormir, pero me despierto unas cuantas veces y parece que el tiempo no pasa así que a las o8.3o dejo de intentarlo y me veo un nuevo capítulo de Supernatural, supongo que en España lo estarán dando, no sé donde, pero lo que yo he visto ha sido en español. Para los que no lo sepáis es una especie de Expediente X, o de cazafantasmas... algo así, no muy buena: muchos tópicos, tanto en las historias como en la técnica, muchos y no siempre buenos. De hecho me veo dos, que hasta las 1o.oo no llegaba el barco. Cuando lo oigo hacer sonar la bocina me visto, me despido y me voy.
El día sigue gris, neblinoso pero al menos no corre el viento. Cuando llego al barco me dicen que tienen una avería en el ordenador y que me dé una vuelta en lo que lo solucionan.
(Llegamos a puerto... luego sigo)
Ya hemos salido de Vardø, he visto tres cosas: una fortaleza, una iglesia y dos chicas darketas que van en el barco. Si ya antes me gustaba el rollo gótico ahora que aún tengo reciente a Ergo Proxi y a Lil Mayer, ni os cuento...


La fortaleza actual es la más septentrional del mundo y data de 1738, aunque se construyó por primera vez en 13o5 por Håkon V para controlar la zona. Es un museo de artillería y de la vida en la fortaleza durante la II Guerra Mundial: este es el lugar donde más tiempo ondeó la bandera noruega antes de la ocupación alemana. El museo es muy cutre, tienen un poco de todo, igual que en el de Kirkenes, armas, uniformes, latas de conservas vacías y maniquíes haciendo de figurantes. No merece demasiado la pena, para mí que no estoy interesado en la historia militar, al menos.
En la fortaleza, había leído, crece, supuestamente, el único árbol de la isla; había pensado sacarle una foto pero según iba hacia la fortaleza en un jardín vi un par de raquíticos arbolillos, la vida tan al norte es dura, y el de la fortaleza, que era igual de canijo, estaba cubierto de plásticos para protegerle del frío y del agua salada que el viento pueda arrastrar así que no le hice foto.
No tengo mucho más que contar, no he hecho nada especial en todo el día. Me he dado una vuelta por el MS Kong Harald, cuando se ha solucionado el problema informático me han dado mi habitación y una nueva identidad, ahora soy José Bada (en el otro barco era José Manuel Pe?a) y me he pasado el rato en mi camarote viendo Beyond de Fulci, comiendo y escribiendo esto.
La penúltima parada del día, tras la peli, fue Båtsfjord, anochecía, el pueblo era minúsculo y la parada breve. Pese a todo pude hacer un par de fotos de las que estoy realmente orgulloso.


Cené mis últimas provisiones y me fui a la cama pronto, para no pensar en la comida.

Odiosas comparaciones

MS Trollfjord: construido en el 2oo2 tiene una eslora de 135,75 metros, nueve pisos y 3o4 camarotes.


MS Kong Harald: construido en 1993 tiene una eslora de 121,8 metros, siete pisos y 227 camarotes.

El cambio se ha notado, mucho. El Trollfjord era a todo lujo, con más estilo...

El Kong Harald, sin que se pueda decir que es cutre tiene un toque caduco, de decoración rancia, lujosa en su día pero pasada hoy. Se le notan los años en las marcas del suelo, en lo gastado de las moquetas, en lo descolorido de las tapicerías, en algunos elementos decorativos rotos que no se han molestado en arreglar o cambiar. Mientras que el Trollfjord todo estaba nuevo, maderas pulidas y brillantes aún, decoración más modernita, moquetas sin raer y con motivos de frailecillos, en los camarotes, bastante apropiados.

Mi camarote en el Trollfjord era espacioso, grande con sitio para moverse, la cama, un sofá una silla, una mesa y un escritorio. Sin embargo aquí tengo un cuartito pequeñajo en el que apenas hay espacio si abres la puerta del armario no puedes abrir la del baño o la del camarote; aquí tengo ventana pero para lo que me sirve, tengo pegados los botes salvavidas y no veo nada. En el otro tenía tele, aquí no; no es que viese mucho la tele pero los canales del barco, uno con la cámara del puente mando y otro con un mapa de por dónde íbamos navegando, eran útiles. El baño también era más grande y no se inundaba al ducharse como me ha pasado hoy que cuando he descorrido las cortinas he visto unos dos centímetros de agua cubriendo el suelo: el movimiento del barco lleva al agua en dirección contraria al sumidero así que me ha tocado achicar agua si quería poder utilizar el servicio sin tener que hacerlo en bañador.
Aquí no hay jacuzzis, ni a cubierto ni a descubierto, sí que hay sauna pero aún no la he probado.
En el Trollfjord las chicas de recepción eran jóvenes y guapas, aquí tenemos a un señor con barba y a una mujer mayor con corte de pelo militar. Creo que la media de edad de los pasajeros también es mayor aquí que en el otro, se ven muchas muletas y muchos andadores. He visto a una pareja joven, a las dos darketas, a un oriental de veintipocos y media docena de parejas de treinta y tantos o cuarenta con sus hijos. Lo demás son todo jubilados. En el Trollfjord también eran mayoría pero parece que lo notaba menos.
Este barco, a veces, tiene traqueteo, con cada movimiento provocado por el mar todo tiembla y vibra, me recuerda más al tren que a otra cosa.

Los ascensores del Trollfjord, de cristal, subiendo por un espacio abierto, diáfano no tienen nada que ver con el Kong Harald, en el que los techos parecen más bajos y las zonas del centro, al no tener claraboya son más oscuras.
¿Me he quejado lo suficiente?
Si se me ocurren más cosas, o descubro otras nuevas os lo cuento.

Día 6

Me acosté pronto y me levanté pronto. Cómo os dije cené mis últimas provisiones; por falta de previsión no compré suficiente comida para todo el viaje: en Kirkenes compré lo justo, pensando hacer compra ayer en Vardø u hoy en Hammerfest para lo que me quedara de viaje sin darme cuenta, tonto de mí, que por ser jueves y viernes santo todo iba a estar cerrado. Me quedan dos o tres rebanadas de pan, galletas y un poco de chocolate. Hoy he tenido que comer en la cafetería del barco: un guiso de reno con champiñones y una salsa y de guarnición patatas cocidas y coles de Bruselas. Ha sido caro, pero estaba bueno y tenía hambre. Supongo que en un ratillo tendré que ir a cenar algo porque la perspectiva de cenar pan con pan no me seduce, además ya sabéis eso de que es comida de tontos... Igual por eso, precisamente, debería comerlo, por tonto.


(Esto es una plataforma petrolifera a la entrada de Hammerfest)

Hammerfest está tan al norte como las partes más septentrionales de Alaska o Siberia, se supone que es la ciudad más al norte del mundo.
Cómo veis es el reclamo constante que utilizan para todo: el roble más al norte de Noruega (que está en mi isla) el cabo más al norte de Europa, la fortaleza más al norte del mundo, la ciudad más al norte del mundo, el anuncio de “más al norte del mundo” más al norte del mundo... Se ponen un poco pesaditos. Además de que igual que pasa con el cabo Norte me pasa con esto de Hammerfest. ¿Qué pasa que Longyearbyen, capital de las Svalvard no cuenta? ¿O que la misma publicidad sirve para los dos sitios? A parte de que llamar ciudad a Hammerfest... Bueno si Sandnessjøen lo es, lo es cualquier sitio. Es pequeña en menos de una hora te la recorres de cabo a rabo. Yo lo hice, buscando, infructuosamente, algún super abierto. Los únicos que había por la calle éramos los turistas recién llegados con el barco, y poco más: una mujer paseando dos perros grandes, peludos preciosos y un hombre con la quitanieves despejando la entrada de la iglesia, de una de las iglesias, porque tienen unas cuantas, en una sola calle conté tres y cada una de una rama del cristianismo.
Lo único destacable del día que estando en la biblioteca del barco intentando poner ocho reinas en el tablero de ajedrez sin que se coman entre ellas un alemán me ha preguntado si le echaba una partida, se habrá pensado que sé jugar. Jugamos y aunque le di un poco de guerra con un par de tímidos jaques no demasiado reforzados me ha hecho la 14/15 y me ha dado mate con la reina y el alfil. No sé porque os cuento la verdad, soy tonto, no estabais ninguno de testigo: el que gano fui yo, le di una paliza me regodeé comiéndole todas las fichas y prolongando su agonía.
Y nada más... que son las 21.28 y que cómo ya estaréis aburridos de leer intentaré acortar las entradas que quedan, tranquilos que sólo serán una o dos. Voy a ir pensando en cenar algo y en ver una peliculilla, probablemente de Gondry, que tengo yo hoy cuerpo de Gondry.

Día 7

De isla en isla, primero en las Vesterålen y luego en las Lofoten. Hoy sábado si que abrían los supermercados así que he aprovechado para comprar cosillas no sólo para el viaje sino para cuando llegue a casa, que no tengo nada y hasta el martes no vuelven a abrir.
Lo más interesante del viaje el paso, ahora de día, por el Raftsundet, el estrecho entre los dos archipiélagos. En ninguna de las ciudades había nada demasiado interesante que ver, ni nada emocionante que contar. Son mucho días de viaje y aunque el paisaje es verdaderamente bonito llega a cansar ver tanto fiordo, tanto islote, tanta montaña nevada y tanto pueblito de pescadores.
Yo que estoy cansado de ver y vosotros que estaréis aburridos de leerme... mejor hago como cuando escribí sobre Thorshavn y paso directamente a poneros las fotos.
Bueno directamente no, os cuento lo que he cenado: tarta y dulces, de siete u ocho tipos diferentes. Por ser Pascua el cocinero, que tipo más majo, ha decidido invitar a todo el mundo a tarta y bizcochos... ¡Mmm, qué rico! No es que haya comido muchísimo, pero como quería probar de todos... pues ocho pocos acaban por ser un bastante. Lo suficiente como para no tener más hambre.




Día 8

Ya estoy en casita, después de recorrer durante toda la mañana la costa de Helgeland, mi Helgeland, ver el glaciar Svartisen y algunos perfiles rocosos como el león rojo o el caballero (os tengo que contar la leyenda de las montañas de Helgeland, que más o menos ya me la sé) y dejar atrás el circulo polar (sólo 33’) llegamos a Alstenøya, la isla de Alsten dónde está Sandnessjøen. No sin antes tener una incomparable vista de las montañas, de las Siete Hermanas. Mi cámara eligió precisamente este momento para quedarse sin pilas, pude, después de mucho insistir, hacer una foto, aún no la he podido ver...

Dándome la bienvenida al hogar está una gruesa capa de nieve que no estaba aquí cuando me marché. ¿Es que la primavera no va a llegar nunca? Supongo que no, que llegará en verano.

Siento no haber seguido el buen consejo que me diera Silvia, pero al final me he caído por culpa del hielo: en Kirkenes y en Rysøyhamn en Andøya, Vesterålen.