29.3.07

Sandnessjøen (día 21 de febrero a las 13.3o)– Bergen (día 22 de febrero hacia las 17.oo o las 18.oo)

Si recordáis os conté que el día que salía hacia Bergen fue uno de los más fríos, hablando a mi vuelta con E. me contó que habían dicho que con el viento y la nieve y esas cosas la sensación térmica rondaba los treinta y pico o cuarenta bajo cero.
¿Os parece exagerado? Apunte pedante (o pedorro, como queráis llamarlo) yo creo que la temperatura rondaba los 15º bajo cero, y hacía mucho, mucho viento, mucho, de verdad. Para que la sensación térmica descienda de a los treinta o cuarenta se necesitan vientos de unos 5o kilómetros por hora. Y yo creo que los hacía, estoy convencido por que también me han contado que al día siguiente cerraron el puente y cortaron el servicio de ferris por motivos de seguridad.
Así cuando después de eso (y de unas veintiocho horas de viaje) llegué a los 7º positivos de Bergen, me parecía que estabamos de veranito.
Debo a la conjunción, no de espejos ni enciclopedias en este caso, sino de ese fuerte viento, del piso resbaladizo, del peso de mi maleta, de cierto desnivel en la calle y, porque no decirlo de mi propia torpeza, la primera caída y la rotura, a modo de recuerdo del cristal de mi cámara de fotos.
El viaje hasta Bergen tiene cuatro etapas: autobús hasta Mosjøen, tren hasta Trondheim, tren hasta Oslo y finalmente un tercer tren. Este último trayecto entre las dos principales ciudades del país dicen que es uno de los más espectaculares del mundo. Yo no puedo opinar porque no lo he hecho: el día anterior había descarrilado un tren y nos hicieron bajar en Gol y coger autobuses para ir a Bergen. Si el viaje en tren da unas vistas parecidas a las del viaje por carretera estoy de acuerdo en que puede ser uno de los más bonitos, sobre todo en primavera supongo: atravesando montañas, bosques, bordeando fiordos... Digo que en primavera debe ser especialmente bonito porque en todas las montañas, bastante escarpadas, se veían enormes estalactitas de hielo donde, probablemente, se formen cascadas y todo esté verde, en vez de blanco y los lagos sean límpidos espejos, aunque también tiene su gracia que todo lo cubra un manto blanco de nieve y hielo. No hay mal que por bien no venga, el autobús es mucho más incomodo que el tren y el viaje se alargó dos o tres horas pero el recorrido mereció la pena y pasamos por Flåm, un pequeño pueblo al borde de un fiordo, que quería ver pero que el tren dejaba a un lado y paramos en Voss durante un cuarto de hora, lo justo para ver un enorme edificio de madera (un hotel) y dar un paseito al lado del fiordo congelado.

2 comentarios:

Gemita dijo...

Joder, te has ansiado a escribir... lo iré leyendo poco a poco, para no sufrir un empacho!! Jooooo, puede que ya no te vea hasta el año que viene, no?

saudade dijo...

puede... es más que probable si tú te vas a mediados... y creo que vuelvo en torno al veintipocos de julio... :(
bueno, pero seguiremos en contacto... :)