28.10.06

El extraño viaje (y 2)

Llegué. Dos horas y media más tarde de lo previsto pero llegué a Sandnessjoen, que es más de lo que puedo decir de mi maleta.
Lo sabía. Estaba seguro de que me iba a pasar. Pese a que en la agencia me aseguraron que la maleta iba directamente a Sandnessjoen, que yo no tenía que recogerla en ninguno de los transbordos; pese a que al embarcar en Barcelona me lo volvieron a decir, la maleta se quedó perdida, creo que en Oslo. El que estaba en el aeropuerto de Stoka (así se llama el aeropuerto de mi ciudad) me dijo que debería haberla recogido y facturado de nuevo. El tío también era majete y me dio un neceser con: champú, desodorante, un cepillo para el pelo (con espejito incorporado), una camiseta, detergente para la lavadora, bastoncillos para los oídos (si los uso a lo mejor entiendo mejor el Noruego), crema de afeitar, maquinilla de afeitar, pasta de dientes y... ¿Esperabais que pusiera que me dieron un cepillo de dientes? Pues no. Por mucho que rebusqué en el bolsito tuve el mismo éxito con el cepillo que el aduanero con mi cuchillo.
Pero me estoy adelantando. Lo último que sabíais es que estaba en Trondheim esperando el siguiente vuelo mientras escribía la primera entrada de este mi flamante nuevo blog.
El avión era de hélices. Yo creía que eso ya no existiría. Dos grandes hélices en las alas conseguían que el trasto volara. Era pequeño, unas cuarenta o cincuenta plazas; y como además hace paradas parece un autobús de La Regional. El que yo cogí después de parar en Sadnessjoen seguía camino para Mo i Rana. El aeropuerto es una miniatura, pero aún así tiene dos puertas una de llegadas y otra de salidas, si contamos la de a calle ya son tres.
En cuanto entro se me acerca una chica, algo más alta que yo y sonriendo me dice: “Hola, José.” Ella es Ann, mi “seño”. Veo que las indicaciones que le di para reconocerme sirvieron de algo: “Soy moreno.” Con eso bastó.
Tras hablar con el jefe del aeropuerto sobre mi maleta Ann me lleva en su pedazo de coche todo terreno a mi casita. El camino, unos diez kilómetros, discurre entre bosques de coníferas, si no fuera de noche estoy seguro que el paisaje sería una pasada. Me cuenta que hay muchos alces y que se pueden cruzar en la carretera y que a veces llegan a entrar en el pueblo.
¡Atención pregunta! ¿Los títulos de crédito de que serie comienzan con un alce paseando por la ciudad? Inevitablemente pense en ella.
¿A que serie me refiero? ¿Cómo será mi casa? ¿Hasta dónde me llegará la nieve? Las preguntas a estas y otras apasionantes preguntas en el próximo capítulo de “En tierra vikinga”.
Hasta aquí el pescado vendido. No os olvidéis de sonreir.

1 comentario:

Vagabunda Dharma dijo...

Noooo, yo también he pensado en ella nada más leer alce, qué fuerte...a lo mejor te encuentras a una O'Cononell Ed...dile a Chris que me dedique una canción en la radio