El sábado por la noche me asomé a la ventana y ví que estaba muy despejadito, se veían las estrellas y frente a la ventana había, sobre la isla de Dønna una única nube bastante alargada, de un blanco pálido, lechoso, que poco a poco iba tomando tonalidades verdosas.
¡Qué nube más rara! Diréis vosotros. Y tanto, como que no era una nube... estaba viendo, desde mi propia ventana el comienzo de la aurora boreal.
Según las leyendas los protones y electrones del viento solar son atraídos por el magnetismo terrestre. Cuando esas partículas chocan con el oxígeno y el nitrógeno atómicos y el nitrógeno molecular (O, N y N2) la colisión excita a estos a superiores niveles de energía de tal modo que al desexcitarse devuelven ese exceso energético en forma de luz. Pero bueno, eso son leyendas... Todo el mundo sabe que esa luz son las chispas que saltan de los cascos de los caballos de las walkirias mientras conducen a los guerreros muertos hacia el Valhala.
En cuanto vi que empezaba me abrigué y corrí a la calle en busca de algún rincón oscuro, desde donde verla mejor. Primero fuí a una zona del puerto para verlo de frente, sin luces de la ciudad de por medio y encontré una calita pequeña, a oscuras completamente, desde la que se veía la aurora acompañado por el romper de las olas. Cuando la actividad empezó a hacerse más débil decidí cambiar de sitio, además la marea estaba subiendo. Me fui al monte, entre los abetos, a oscuras con la nieve llegándome literalmente a las rodillas. Me lo pasé como un enano. :)
La aurora parecía una cortina de luz que se mueve lentamente, agitada por el viento. No era nada tan espectacular como suele salir en las fotos de los panfletos turísticos, pero aún así era muy bonita. Desgraciadamente mi camarita de 3.5 megapixels no da para mucho y aunque hacía fotos no captaba la luz de la aurora... una penita que no lo pueda compartir con vosotros.
En cuanto vi que empezaba me abrigué y corrí a la calle en busca de algún rincón oscuro, desde donde verla mejor. Primero fuí a una zona del puerto para verlo de frente, sin luces de la ciudad de por medio y encontré una calita pequeña, a oscuras completamente, desde la que se veía la aurora acompañado por el romper de las olas. Cuando la actividad empezó a hacerse más débil decidí cambiar de sitio, además la marea estaba subiendo. Me fui al monte, entre los abetos, a oscuras con la nieve llegándome literalmente a las rodillas. Me lo pasé como un enano. :)
La aurora parecía una cortina de luz que se mueve lentamente, agitada por el viento. No era nada tan espectacular como suele salir en las fotos de los panfletos turísticos, pero aún así era muy bonita. Desgraciadamente mi camarita de 3.5 megapixels no da para mucho y aunque hacía fotos no captaba la luz de la aurora... una penita que no lo pueda compartir con vosotros.
6 comentarios:
Eh, tu, sacaperras, fuera de ahí! Borra la mierda esta, anda.
Lo de la aurora no importa que no sacaras fotos para nosotros. Son el tipo de cosas que uno se debe guardar para sí. (Yo lo haría).
¿Has visto una aurora boreal? ¡Qué envidia me das!
¿Aurora Boreal? ¿Y seguro que no había una decena de chinos en tu casa copulando para engendrar un bonito niño?
¿Por qué suprimes los comentarios q me dejas en el blog?Cacho perro!!
Gema
Por cierto, q romántico todo ¿no? Y el Peña vagando como un bohemio.
Hola fiera!!!! que chulada la aurori, guarda esas imagenes en tu mente, ya te las sacaremos de alguna manera. Anda con cuidado por los montes de noche, los renos andan revoltosos. un abrazote amigo
Javi
Publicar un comentario