5.1.07

Vuelva usted mañana

Deberían colocar cartelitos en los aeropuertos o mejor aún, cerrarlos directamente y colgar, a la entrada del país una notita: "Chssss, noruegos invernando."¿Por qué digo esto? Porque parece ser que hacer turismo en invierno por estas latitudes es impensable para ellos y más aún en Navidades. ¿Viajar en vacaciones? ¿Con lo bien que se está encerrados en la cabaña? En Trondheim estaba todo o casi todo cerrado o fuera de servicio: museos, iglesias...

Llegué el 27 de diciembre a las 14.35; exactamente veintitrés horas y cincuenta y seis minutos más tarde de lo planeado, ya conocéis el incidente del autobús. Pero llegué, y además encantado con el viaje. El tren arranco cuando estaba amaneciendo y llegó cuando estaba poniéndose el sol así que pude ir mirando por la ventanilla las cinco horas que duro el viaje: lagos, montañas, bosques, cabañas, arroyos de montaña, cascadas, algún que otro cisne... Poco antes de Trondheim está el infierno, no baje por que no paró el tren, supongo que más de un viajero despistado ha sido cazado por los diablejos y han suprimido la parada de Hell, pero me habría hecho gracia poder decir que he estado en el "infierno" noruego, por lo menos lo he visto.
En la estación de Trondheim tienen ordenadores conectados a internet, a las páginas de turismo de la ciudad, así el viajero puede decidir por donde empezar la visita nada más bajarse del tren. Cuando Pedro, Regina y Rocío vinieron a buscarme lo utilizamos... No nos sirvió de mucho, la verdad, todo cerraba hacia las tres o las cuatro. Decimos (decidieron, yo me deje llevar) ir a ver la Iglesia del Hospital, pero cuando llegamos estaba... cerrada. Sí, deberíamos habérnoslo tomado como un presagio, ingenuos de nosotros. No sólo estaba cerrada, es que además estaba lloviendo, diluviando, nos empapamos para nada. Como todo parecía estar cerrado y llovía y hacía frío nos fuimos a una cafetería en uno de los centros comerciales. Luego dejamos a las chicas irse de compras y Pedro y yo nos fuimos a ver videojuegos (le gustan bastante) y a intentar hacer un par de recadillos, imposibles de llevar a cabo, todo cerrado.
Bueno como van a estar saliendo por aquí todo el rato os presento a:

Pedro, asistente portugués, Regina que es alemana, Rocío de Logroño (iba a decir de España, pero vistas las cosas raras que hacen en Logroño no sé yo que pensar...) y el que queda: una lapilla que se les pego (creo que es la primera foto mía que pongo en el blog, así veis que, desgraciadamente, sigo teniendo la misma cara fea...) Estamos en el Café Aroma, suena español, español, ¿verdad? Pues los dueños eran turcos pero nos pusieron música en español, eso sí, y nos presentaron a una chica que es de padre andaluz y madre noruega. Fuimos a cenar, a eso de las siete o las ocho de la tarde. ¡Qué horarios tienen! Para quien esté interesado en saber lo que cenamos: Rocío hizo fotos de todos los platos así que pedidlas y os las envío. ;P
La verdad es que la cena estaba buenísima, era abundante y no demasiado cara. Regine consiguió que nos hicieran descuento por estudiantes.
Cuando salimos del restaurante seguía lloviendo y cómo no teníamos nada mejor que hacer nos pusimos de peregrinaje en busca de un super abierto. En balde. Calados y sin compra nos fuimos a casa de Pedro, nuestro huésped y cicerone. Vimos la peli de La traductora (bastante floja) y nos acostamos. Dormir no dormí mucho porque Rocío no calla y no me dejaba pegar ojo (seguro que en su blog dice que era yo el que le daba conversación.)

En Trondheim está el Sverresborg Trøndelag Folkemuseum. Está en una colina, alrededor de las ruinas del castillo del rey Sverre (de ahí el nombre) y tiene unos 6o edificios que muestran la arquitectura tradicional y la historia de la ciudad. Es un museo vivo, con actuaciones, exhibiciones de todo tipo que muestran la vida en los siglos XVIII y XIX. En 2oo5 lo eligieron "Museo del año". Como ya os habréis imaginado estaba, efectivamente, cerrado. Al menos pude sacar esta foto por encima de una valla.

Es todo lo que pude ver del Sverreborg.

El gusanillo museístico ya se nos había colado en el cuerpo y cómo el único que parecía estar abierto era el de Historia Natural, allí nos fuimos: pobres animalitos disecados, burdas reproducciones en plástico, un trozo de tabla del barco más viejo de Noruega (que si ellos dicen que eso era de un barco habrá que creerles), unas vitrinas llenas de pedruscos que ellos llamaban colección de minerales, lo más interesante: dos muestras, una de cultura sami y una de la vikinga (puntitas de flecha, adornos de bronce, espadas hechas polvo...) y otra sobre la historia de la ciudad desde su fundación hasta el siglo XIX.
En la desembocadura del río Nelva se estableció la asamblea de los reyes de Noruega. Con el tiempo y gracias al rey Olav Tryggvason se creó en el año 997 la ciudad de Kaupangen, renombrada al poco como Nidaros. Otro Olav, esta vez Haraldsson, nacido casi a la vez que la ciudad y llamado Olav I, está también íntimamente ligado a la ciudad. Fue todo lo que se supone que debe ser un rey: unificador, conquistador, introductor del cristianismo... motivos, especialmente el último, por el que fue santificado (a pesar de que para imponer el cristianismo condenase a muerte a los volvas (sacerdotes/chamanes) adoradores de los Vanir y los Æsir) y considerado patrón de la ciudad. La Nidaros Domkirke (catedral) está consagrada a San Olav y es tal la importancia de San Olav que Nidaros era un centro de peregrinaje de la misma magnitud que Jerusalén, Roma y Santiago, las cuatro ciudades marcan los puntos cardinales del peregrino cristiano.


Trondheim se llamó Trodheim a finales de la Edad Media (aunque a comienzos del XX se intento, sin éxito, renombrar con el viejo Nidaros.)

Trondheim me recuerda a cierta escena de los Monthy Pithon: "Otros reyes me decían que era absurdo construir un castillo en un pantano, pero yo lo hice, para darles una lección. Se hundió en el pantano y construí un segundo, se hundió en el pantano y construí un tercero. Ese se quemó, se derrumbó y se hundió en el pantano, pero el cuarto se mantuvo." Trondheim ha sido reconstruida una y otra vez, ha sufrido incendios que han consumido la práctica totalidad de la ciudad: 1598, 1651, 1681, 1708, 1717, 1717 (sí, hubo dos incendios durante este año), 1742, 1788, 1841, 1842...y estos sólo son los peores casos...

Bueno, después de esta lección de historia nos volvimos a casa de Pedro a preparar una cena española: tortilla de patatas, jamón serrano y de postre turrón, polvorones y mazapanes, pero no unos mazapanes cualquiera, no, comimos los "legítimos y riquísimos mazapanes de Soto." La tortilla, más que española era riojana... Yo, al menos, nunca la había hecho así. Que conste que yo me limité a seguir las indicaciones de Rocío: las patatas, en vez de cortadas en rodajas troceadas chascando cada cachito, para que suelte más almidón, una vez echas se añaden al huevo y se aplasta bien para hacer una masa, un puré o algo así, que se vierte en la sartén, bueno en nuestro caso cazuela, engrasada con aceite.


No creo que sepáis lo que es dar la vuelta a un engendro de dos kilos y medio de patatas y diez huevos. Si además le añadimos que el cazo en el que la estábamos haciendo era más bien pesado... os aseguró que me costó bastante dar el giro de muñeca. A pesar del aspecto de la segunda foto, quedó más rica de lo que podría parecer.

Al día siguiente, viernes, hizo un día estupendo: sol, buena temperatura... Una de las cosas estupendas que tiene Trondheim es que en la oficina de turismo te prestan bicicletas para que puedas pasear por la ciudad. ¿No os parece genial que te dejen bicis gratis para hacer turismo? El señor de la Riva, considerando su opinión sobre el carril bici en pucela ("eso es sólo para hippies y chancletudos" o algo parecido, creo que dijo) supongo que no estará muy por la labor, pero a mí me parece una idea estupenda. Bueno pues sumad uno más uno: buen día y bicicletas gratis... A la oficina de turismo que nos fuimos y allí ¿qué nos dijeron?, pues sí, nos soltaron ese "vuelva usted mañana" que nos acompañó todos los días: que eso era sólo en verano. Pero bueno nos recorrimos el centro a pie que tampoco es una mala forma de hacerlo.

Como esta entrada está siendo larga y supongo que os cansareis de leerme, me limito a poner fotos.





Este es el ascensor de bicicletas, si metes una tarjetita sale un apoyo para el pie, que te empuja toda la pendiente por ese raíl. Evidentemente en invierno no funciona.
Y esto de abajo es una vista de parte de la ciudad, en la que se ve (ese edificio blanco en lo alto de la colina) la fortaleza de Kristiansten que es donde subimos después de recorrer el centro y desde donde hay una vista preciosa de toda la ciudad.



Como la noche aquí se echa encima enseguida y ya parece que no se puede hacer nada y como llevábamos toda la mañana pateando nos metimos en una cafetería a pasar la tarde; pasar el rato sentados, tranquilamente hablando, viene bien de vez en cuando, sobre todo para acabar el día.

El sábado nos cojimos el tranvía hasta un lago en las alrededores de la ciudad. Al lado del lago, en la cima de una colina había un restaurante-cafetería con bastante buena pinta, aunque sólo fuera por las vistas, pero, como o, estaba cerrado hasta después de año nuevo.


El lago estaba helado, no era una capa lo suficientemente gruesa y en cuanto te metías un poco notabas como crujía bajo tus pies. Si tirabas piedras al hielo, sobre todo desde una parte concreta de la ribera, producía un sonido increíble: daros cuenta que es como un parche de tambor de proporciones gigantescas, añadid que resonaba en las colinas... no sabría describirlo, era un sonido muy limpido y duradero, no sonaba plic y ya está, se mantenía un poquito reverberando.

En la zona del puerto está la estatua de Leiv Eiriksson que llegó a la zona de la península del Labrador unos siglos antes que Colón y fundó la colonia de Vinland.


Desde aquí subimos andando hasta las colinas del otro extremo de la ciudad, donde está esto:


Una torre de comunicaciones donde está el Egon, un restaurante giratorio que en una hora te permite ver toda la panorámica de la ciudad, el fiordo y sus alrededores. Todo el camino hasta arriba de la torre lo hicimos dando patadas a una pelota de tenis que nos encontramos en el centro. Así, quieras que no, la subida se hizo más entretenida.

Bueno, aquí acabó mi visita a Trondheim. Después del Egon nos fuimos a casa de Pedro a descansar (no sólo por la caminata que nos dimos, primero recorrer el lago, luego ir hasta el puerto, del puerto a la torre... es que además la noche anterior no había dormido nada, bueno, creo que a las o7.30 o así Rocío y yo ya no encontrábamos nada de que hablar y nos quedamos dormidos hasta que a las o8.oo sonó el despertador) cenar y a las 23.3o coger el tren de vuelta a Mosjøen. En el asiento del tren te dejan el pack de viaje nocturno:una almohada hinchable, una manta, tapones para los oídos y un antifaz para que no te moleste la luz.
A las o6.3o y sin ningún nuevo incidente con los autobuses llegué a mi casita y seguí durmiendo unas cuantas horitas más.

(Gracias a Regine a Pedro y a Rocío por lo bien que nos lo pasamos y por las fotos suyas que he colado entre las mías en esta entrada.)

1 comentario:

Rocío dijo...

Esto es una entrada en condiciones sobre el viajecito a Trondheim y lo demás tonterías, chato!! Muy bien contado, aunque lo mejor fue vivirlo, eh? Tusen takk! Nos vemos en Bergen!!